.*** Iván R, Castrillo C.
La expresión «industria cultural» parece ser que fue empleada por primera vez por la Escuela de Frankfurt, un movimiento filosófico y sociológico fundado en 1923, asociado al Instituto de Investigación Social de la Universidad de Frankfurt. La Escuela de Frankfurt surgió como una consecuencia de los acontecimientos que desde la década de los años veinte se iniciaban en Europa, y se plantea la necesidad de desarrollar una reflexión global sobre los procesos que consolidan la sociedad burguesa-capitalista y el significado de la teoría ante tal consolidación.
Entre las tantas investigaciones y aportes que realizaron los «frankfurtianos», se destaca la obra Dialéctica del Iluminismo, publicada en 1947 por Max Horkheimer y Theodor Adorno, donde hace su aparición la expresión «industria cultural» (o kulturindustrie) para referirse así a un estado avanzado de las sociedades llamadas «pos-industriales» y a una modificación del estatuto de la cultura tradicional. Pero la expresión es igualmente empleada en un sentido peyorativo. Los autores ponen en cuestión el efecto ideológico que acarrea una cultura estandarizada, programada, producida cuantitativamente, en función de un criterio económico según el modo precisamente industrial, y no cualitativamente según normas estéticas. De acuerdo con ello, esta producción masiva de «bienes culturales» crea demandas, antes que dar respuestas a las necesidades efectivas de los individuos.
La defensa del arte moderno de Theodor Adorno, de un arte exigente, altamente elaborado hasta hermético, pretende reaccionar contra la manipulación de necesidades de un sistema donde «el poder de la técnica es el poder de aquellos que dominan económicamente la sociedad». La industria cultural designa una explotación sistemática y programada de los «bienes culturales» con fines comerciales. Industrias dedicadas a la creación de mensajes estandarizados dirigidos a la sociedad de consumo, efectuando un rebajamiento de los procesos intelectuales y sensitivos, anulando la capacidad crítica y convirtiendo al receptor en el hombre masa, un individuo pasivo. En la actualidad el término «industria cultural», se refiere al conjunto de nuevas tecnologías, particularmente informáticas utilizadas para los fines de producción, de gestión y de difusión de prácticas artísticas y culturales. Se trata de un asunto que requiere gestión y marketing. Ramón Zallo (2009) define la industria cultural como: «un conjunto de ramas, segmentos y actividades auxiliares industriales productoras y distribuidoras de mercancías con contenidos simbólicos, concebidas por un trabajo creativo, organizadas por un capital que se valoriza y destinadas finalmente a los mercados de consumo con una función de reproducción ideológica y social». Un efecto importante producido en el proceso de mercantilización de la cultura es su vinculación con el entretenimiento. Muchos de los centros culturales que existen se asemejan más a centros comerciales, donde la gente va a pasar el día y a consumir cultura. A pesar de que la producción cultural está dominada por el principio de estandarización, los productos de la industria cultural se intentan presentar como lo contrario. Hace unas décadas, la cultura era una exquisitez apreciada por unos pocos privilegiados, mientras que hoy en día constituye una de las principales industrias de la economía mundial.
Por otro lado, se menciona que el referente teórico de la economía naranja o más conocida como economía creativa inicia con el concepto de “sociedad del conocimiento”, que fue utilizado por el autor austríaco Peter Drucker (1969). También enfatizó la necesidad de generar una teoría económica que ubicara al conocimiento en medio de la producción de riqueza. Indicó que lo más importante no era la cantidad de conocimiento, sino lo productivo que era este. (Drucker, 1969). A finales de los años 60's, Drucker afirmaba que la gestión empresarial cambiaría radicalmente en la sociedad del conocimiento. El autor definía que la economía del conocimiento se caracterizaba por usar éste como parte esencial para generar riqueza y valor por medio de su modificación a información. (Sánchez, 2006).
A comienzos de los años 70 fue cuando las industrias culturales comenzaron a estar más presentes en los ámbitos académicos y políticos ya que en aquel tiempo la economía era considerada principalmente en términos de clase o desigualdad social.
Por otra parte, en un aporte mencionado por Girard, (1982) se afirma que “la vida cultural de la población en su conjunto (estadísticas sobre prácticas culturales y consumo familiar, estudios semióticos y encuestas sociológicas) ponen de manifiesto cada vez más claramente la importancia de los productos culturales de fabricación industrial que dan acceso a la mayor cantidad de personas a la cultura”.El autor también afirma que durante esa época (entre los años 70 y 80) empezaron a darle mayor importancia a las prácticas culturales y por medio de estadísticas y encuestas se comprobó que estos productos y servicios eran una gran fuente de ingresos para la economía. Más adelante, hacia 1980, organismos gubernamentales como la UNESCO, aportan lo siguiente “aquellas industrias que combinan la creación, la producción y la comercialización de contenidos creativos que sean intangibles y de naturaleza cultural.” (Álvarez, 2010). Por otra parte, en 1990 en países como Australia y Reino Unido, empezaron a abordar el concepto afirmando que la propiedad intelectual es el medio para fabricar productos en cualquier actividad económica. (UNESCO, 2014). De esta manera, al producir crecimiento económico, está relacionado directamente con la creatividad, que se aporta desde la intelectualidad, siendo está definida como “el proceso en el que las ideas son generadas, conectadas y transformadas en conceptos de valor” (UNCTAD, 2010, p. 29).
En 1996, la economía cultural ha trascendido y se considera como una disciplina científica, la cual se denomina economía de las artes. (Bowen, 1996). De otro lado, la economía creativa, comprende los sectores en los que el valor de sus bienes y servicios se fundamenta en la propiedad intelectual: arquitectura, artes visuales y escénicas, artesanías, cine, diseño, editorial, investigación y desarrollo, juegos y juguetes, moda, música, publicidad, software, TV y radio, y videojuegos (Howkins, 2001, citado por, Buitrago y Duque, 2013, p.15).
En Bolivia la economía naranja o las industrias creativas no han tenido una evolución rápida como fue en Colombia, Perú y Chile, que son los países que más las han adaptado a sus políticas culturales de mediano plazo. En base a un estudio realizado en 2007 por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se revela que las Industrias Creativas de Bolivia solo aportan al PIB el 1.09%, cuando la media regional bordea el 7%. Esto significa que las iniciativas creativas no cuentan con el respaldo del Estado a través de políticas públicas que incentiven este rubro, por lo tanto, al enfocar la producción en la lógica extractiva, se tiene menos posibilidades para salir del círculo de la pobreza.
El Gobierno departamental ha intervenido de manera soslayada en actividades relacionadas con Industrias Creativas y Economía Naranja, sin una acción clara y concreta desde el nivel ejecutivo, mucho menos el nivel legislativo, por lo que no se ha implementado una política institucional al respecto, pero han surgido iniciativas aisladas respecto a esta temática.
Como iniciativa aislada, el Gobierno Autónomo Municipal de Tarija, a través de la Secretaria de Desarrollo Productivo ha desarrollado un programa denominado “Apoyo al Desarrollo de Empresas Productivas y Nuevos Emprendimientos”. Se ha mencionado en medios de prensa y en la presentación de distintas obras y/o proyectos sobre la “economía naranja”, sin embargo, no existe ninguna disposición a nivel institucional, ya sea desde el Legislativo o el Ejecutivo, que privilegie la implementación de la Economía Naranja en el Municipio de Cercado.
Finalmente, podemos concluir que en Tarija, tanto el gobierno departamental como el municipal, han introducido en el discurso el concepto de “economía naranja”, aunque en los hechos no se ha avanzado casi nada, no se ha creado ninguna normativa, tampoco alguna unidad que se encargue de promover los emprendimientos a partir de la Economía Naranja; sin embargo, en el caso del Municipio de Cercado, se han apoyado una serie de emprendimientos y desarrollado un programa orientado a beneficiar a las y los emprendedores tarijeños, no se ha llevado a cabo hasta la fecha una evaluación del Estado de Situación de los efectos y el impacto que ha tenido el programa en los emprendedores y en la propia economía local.